Nuestra gran sorpresa fue la respuesta de la gente pues en menos de una semana ya teníamos a 40 confirmados y muchos más interesados. Así que nos preparamos para hacer el ascenso con el enorme grupo que se formó al final.
Llegó el día de la aventura, preparé mi equipo y salí a hacer las últimas carreras como ir por las nuevas playeras y banderas del grupo, etc.
Llegué al punto de reunión y ya habían muchos participantes, cuando les di la señal de trasladarse al autobus quedé con la boca abierta, pues la gran fila de hikers ocupaba la cuadra entera.
Llegamos a las faldas del volcán y el ascenso comenzó después de unas breves recomendaciones. Salí al medio del grupo, pero siendo responsable de la actividad y como habíamos acordado con José, yo debía ir guiando al grupo desde la punta. Así que comencé a acelerar mi paso y a pasar una por una a cada persona que encontraba, claro, mediando un par de palabras.
Llevaba dos mochilas y la cámara, lo que me hacía un tanto difícil el avanzar. Una amiga que encontré en el camino me ayudo con la mochila más pequeña y así pude acelerar mi paso.
Llegué a la cima con el primer grupo a eso de las 4:45pm, ya que habíamos iniciado la caminata a eso de la 1:15pm podemos decír que tardamos 3.5 horas en subir.
Al llegar comenzamos a ubicar el espacio para las casas de campaña y después de unos minutos los rojizos celajes nos atraían como imanes. Saqué la cámara y comencé a fotografiar a las personas que estaban observando el majestuoso atardecer. Claro, también me tome el tiempo para poder apreciar la belleza del paisaje y para agradecer el creador por permitirme disfrutar ese momento.
Poco a poco fueron llegando más personas, y comenzamos a encender las fogatas para poder calentar agua y prepara la cena, además para poder calentarnos un poco pues el viento ya estaba llegando con fuerza y con mucho frío. Tenía algunas actividades preparadas para el grupo, las cuales no pude realizar por el desorden con el que fueron llegando los participantes. Así que decidí que cada quien hiciera lo que quisiera, unos se fueron a dormir, otros sacaron la guitarra y cantando alrededor de la fogata esperaban ansiosos las salida de la luna, otros decidieron bajar a ayudar a los que aún no habían llegado a la cima.
Salió la hermosa luna, de una forma nunca antes vista por mis ojos, era una gran esfera de tono rojizo que salía por detrás del horizonte, entre más se elevaba más pálida se tornaba. La hermosa luna, la última luna llena del año nos alumbro toda la noche.
Llegó la mañana y fuimos testigos de los primeros rayos del sol del día, esos rayos cargados de energía que se iban escabullendo entre los demás volcanes que se logran apreciar al este del Santa María. Después de eso llegó la hora de desayunar y comenzar el descenso.
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